El streaming redefine su mapa: Spotify refuerza su dominio mientras SoundCloud y Tidal apuestan por modelos pro-artista
Entre beneficios récord y polémicas éticas, la industria del streaming musical vive una nueva etapa de reajuste
El ecosistema del streaming entra en fase de madurez. Pese a las recientes críticas por su modelo de monetización, Spotify ha cerrado su primer año completo con beneficios netos positivos y consolida su liderazgo global. Al mismo tiempo, SoundCloud, Tidal y otras plataformas aprovechan el debate sobre la remuneración justa y la ética tecnológica para reposicionarse como alternativas centradas en los artistas.
Durante el tercer trimestre de 2025, Spotify alcanzó 713 millones de usuarios activos y 281 millones de suscriptores de pago, confirmando una hegemonía que ninguna otra plataforma se acerca a igualar. La compañía reportó un beneficio operativo de €1.4 mil millones en 2024, marcando un punto de inflexión tras más de una década priorizando el crecimiento sobre la rentabilidad.
En paralelo, la empresa amplía su ecosistema más allá de la música: podcasts, audiolibros y contenido educativo ya representan un porcentaje creciente de su catálogo. Pero no todo son buenas cifras. Su nueva política —que elimina la monetización de canciones con menos de 1.000 reproducciones anuales— ha generado rechazo entre la comunidad independiente, que la interpreta como un golpe a la música emergente. A esto se sumó la protesta de Massive Attack, que retiró su catálogo en septiembre por las inversiones del CEO Daniel Ek en empresas de inteligencia artificial con aplicación militar.
Mientras tanto, SoundCloud intenta capitalizar la tensión con un discurso opuesto. El pasado 3 de noviembre lanzó su plan “Todo en uno”, que ofrece a los artistas el 100 % de sus regalías bajo determinadas condiciones, además de incluir herramientas de distribución y análisis integradas. En mayo, también actualizó sus Términos de Uso para aclarar que no utiliza música de sus usuarios para entrenar modelos de IA, gesto bien recibido por la comunidad creativa.
Aun así, su impacto sigue siendo limitado: SoundCloud cuenta con una base de usuarios mucho menor y su sostenibilidad financiera continúa dependiendo de su nicho independiente, pese a haber registrado su primer resultado operativo positivo en 16 años.
En el resto del panorama, Apple Music mantiene su perfil premium gracias a la integración con el ecosistema iOS; Tidalrefuerza su discurso fair pay con regalías superiores al promedio del mercado; Deezer impulsa modelos de pago centrados en artistas reales junto a sellos europeos; y YouTube Music gana terreno con su fuerza audiovisual y su conexión con creadores de contenido.
La competencia ya no se mide solo en catálogo o precio. La próxima batalla del streaming se librará en torno a la transparencia, la ética tecnológica y la relación directa con los artistas.
En ese escenario, Spotify sigue en cabeza, pero la presión de los nuevos modelos podría obligarla —por primera vez en años— a redefinir su narrativa.
